sábado, 25 de abril de 2015

"AJEDREZ"


Es antiguo, como que se inventó por el S V a.C.

¿De origen hindú?
Estamos seguros de que su aparición se debió a la necesidad de superar el aburrimiento de un príncipe que, a la sazón, estaba sin guerrear (raro por aquellos días). Lo que no resultó raro fue su  simbolización de la guerra: un enfrentamiento entre dos ejércitos enemigos (noción que por aquella época, se le adjudicaba a todo aquel que no formara parte del grupo de uno, por supuesto).
La infantería estaba representada por los esforzados peones. Los alfiles simbolizaban a la tropa montada en elefantes (común por ese entonces, y por el lugar: India). Alfil fue tomado del persa PIL, elefante. La caballería, obvio, sería encarnada por caballos saltarines, capaces de superar escollos insalvables. Los carros de guerra fueron suplidos por las torres. La pieza de mayor desplazamiento, la más valiosa y la más apetecida: la reina, simbolizaba el espíritu patriótico del pueblo.
Cada ejército estaba dividido en cuatro partes o armas, el sánscrito, por eso, lo llamó CHATUR ANGA, es decir, "el de cuatro armas"; pasando al árabe como AS-SITRANY y, en nuestro idioma se lo llamó AJEDREZ.
Chocho  y divertido con su nuevo juego, el príncipe quiso premiar al inventor. Humildemente, el anónimo prohombre, pidió un grano de trigo por el primer escaque (casillero), dos por el segundo, cuatro por el tercero y así, hasta el sexagésimo cuarto. Al príncipe le pareció poco, pero al hacer las cuentas se decepcionó: no le hubiera podido pagar ni con la cosecha de varias temporadas.
La recompensa, de todos modos, se materializó con algo más racional, más coherente, al mejor estilo del AJEDRÉZ: Un traje de arlequín, es decir, un traje escaqueado (a cuadros, bah!). 



“Matete”, Antonio Capriotti

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