Es antiguo, como que se inventó por el S V a.C.
¿De origen
hindú?
Estamos
seguros de que su aparición se debió a la necesidad de superar el aburrimiento
de un príncipe que, a la sazón, estaba sin guerrear (raro por aquellos días).
Lo que no resultó raro fue su
simbolización de la guerra: un enfrentamiento entre dos ejércitos
enemigos (noción que por aquella época, se le adjudicaba a todo aquel que no
formara parte del grupo de uno, por supuesto).
La
infantería estaba representada por los esforzados peones. Los alfiles
simbolizaban a la tropa montada en elefantes (común por ese entonces, y por el
lugar: India). Alfil fue tomado del persa PIL, elefante. La caballería, obvio,
sería encarnada por caballos saltarines, capaces de superar escollos
insalvables. Los carros de guerra fueron suplidos por las torres. La pieza de
mayor desplazamiento, la más valiosa y la más apetecida: la reina, simbolizaba
el espíritu patriótico del pueblo.
Cada ejército
estaba dividido en cuatro partes o armas, el sánscrito, por eso, lo llamó
CHATUR ANGA, es decir, "el de cuatro armas"; pasando al árabe como
AS-SITRANY y, en nuestro idioma se lo llamó AJEDREZ.
Chocho y divertido con su nuevo juego, el príncipe
quiso premiar al inventor. Humildemente, el anónimo prohombre, pidió un grano de
trigo por el primer escaque (casillero), dos por el segundo, cuatro por el
tercero y así, hasta el sexagésimo cuarto. Al príncipe le pareció poco, pero al
hacer las cuentas se decepcionó: no le hubiera podido pagar ni con la cosecha
de varias temporadas.
La recompensa, de todos modos, se
materializó con algo más racional, más coherente, al mejor estilo del AJEDRÉZ:
Un traje de arlequín, es decir, un traje escaqueado (a cuadros, bah!).
“Matete”, Antonio Capriotti
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